domingo, 8 de diciembre de 2013

Aquellos diciembres

Querría escribir un poco de lo que viene aconteciendo en el país. Más que nada de cosas que vienen dándose y de las que me siento ajeno pero que es inevitable querer decir unas cuatro carambadas. Procedo, van ustedes a disculpar:

La primera: Obras y denuncias no importa cuando se hagan, media vez se hagan correctamente. Es costumbre en este y en otros países querer dar un golpe de efecto cerca de los eventos electorales inaugurando cuanta obra se pueda y denunciar cuanta cosa se pueda. Es normal, pero todo el mundo gusta de hacer escándalo, más si hay intereses de por medio. 

El problema con la denuncia de corrupción es que es tan grande, tan jodidamente evidente en la dimensión del contubernio entre los más distintos niveles del estado y de los órganos del mismo que debería de arrastrar cuando menos la indignación generalizada. Pero nomás no. Y ahí vamos tras la carreta de los intereses de los dueños de los medios de comunicación  - que bien se sabe a qué grupo político y de poder se asocian - clamando a los cuatro vientos que es una persecución que no debe hacerse en tiempos electorales. Y si este pinche país vive en eterna campaña electoral - a merced de cómo se organizó el calendario electoral - ¿Cuándo van a hacer esas denuncias? 

Lo segundo: Habiendo dicho que el país vive en eterna campaña electoral, gracias a la campaña de idiotización permanente emprendida por estas empresas de comunicación (vea, por ejemplo, cuanta entrevista, "telerevista" y concurso de entretenimiento abunda a diario en la tele), todo se entiende a medias y mal, todo se lee a través de los ojos de campaña y/o a través de gente que no tiene el mínimo de decencia de reconocer su absoluta ignorancia en el 95-99% de temas que abordan. 

Así fácil es llevar y conducir todo a los clichés de siempre. La discusión light en un formato apresurado y donde el pueblo es mero espectador. Así es fácil que el evento electoral sea el fin y todo lo que le rodea sea un  medio para tal. Y cuando no lo debería ser, a tubo se le vuelve un medio de batalla electoral. Y así, en esa rueda de caballitos se van a la mierda los temas importantes. Temas profundos como el derecho humano al agua, una reforma educativa, la discusión del modelo de seguridad pública y etcétera se ven enmarcados en una dinámica sin fin. Y la discusión de los mismos, la que al final importa, se ha trasladado a esos espacios donde priman esos intereses privados. Así vamos.

¿Vale la pena hablar, pues, de la campaña? A lo mucho apuntar dos palabras: marketing everywhere. Las promesas electorales están sometidas al calendario electoral y dependen puramente de alianzas políticas. El famoso tema de pesos y contrapesos, tan útil para quienes intentan influir en el poder (aliándose o potenciando a quien convenga) facilita que todo lo que se discute sea letra muerta. Y como cuestión muerta, apesta. 

Quizá valga decir una cosa más: viene lo peor. Lo vemos a diario, los tenemos hasta en la sopa. Y será peor. Conforme entre la desesperación por el encuestismo, de ARENA vendrá lo peor de su repertorio. Si, puede ser peor. De Saca tendremos los clichés de siempre y del Frente resaltar obras de las que siempre se vieron opacados por el afán de protagonismo de un Funes que muchas veces les ganó el mandado. 

Y así, siguen haciendo el mismo truco. Y lo aplaudimos igual de desganados. 

*************

Así dice la RAE

Descargado todo aquello, que me invade todos los días y en todas partes, necesito respirar.

Diciembre ha llegado, raudo, corre y corre. Con el tiempo, uno va desconectándose de lo especial de este mes. O al menos eso me ocurre y lo veo cada vez más reflejado en la avalancha publicitaria mezclada con la avalancha de mentiras y medias verdades que se cuentan en los medios en estos días.

Entre darme cuenta que veo más gente hablando del bendito thanksgiving y gente hambrienta de ofertas de black friday, se me han pasado como agua estos días. Cada vez más noviembre se funde con diciembre en una maraña de publicidades que no dejan aire para respirar. Todo es venta. Todo es una prisa por acabar con todo lo más pronto posible.

Estamos a un par de semanas de la navidad. Y gracias a la modernidad (?) todo llega tan rápido, que no da chance de recoger la escasa ilusión que nos deja la adultez. Si, la escasa ilusión que se mediatiza en la compra de algo para ilusionar, para alegrar a alguien más, a alguien que nos importa y que por ende ayuda a dar sentido a esta locura de mundo en que estamos.

[La compra, la compra como medio para la esperanza y transmutada en un fin por el mercado, por el dios por el que todo se rige, por el que los tiempos se mueven, por el que el mundo va adquiriendo cierto rumbo.]

Ha llegado diciembre y apenas puedo pensar en un rato libre para pensar la clase de ilusión que quisiera rescatar estos días. Todo está tan contaminado de publicidad, de afán de gasto, de afán de lucir, de afán de deslumbrar. Todo tan fatuo. Quizá lo único que va quedando por rescatar es que el amor florece de ciertas formas concretas en estos días. Y que en agosto y septiembre veremos varios de esos frutos. Yo soy uno, por ejemplo.

Víctor


P.D.: Me doy cuenta del desconecte del título con lo que va en el texto. La canción, haciendo referencia a la nostalgia y yo nomás descargando esa carga alienante en la que vivo. Carga de la que me trato de distanciar. Carga que toca cargar, de algún modo.

jueves, 10 de octubre de 2013

Héctor y la Niña Blanca

Llegué veinte minutos después de la hora de entrada. Si vuelven a llamar la atención por las llegadas tarde, me miraré desde fuera con desdén, sabiéndome culpable. Pero eso es otra historia. Hoy vengo a hablar de Héctor y la niña Blanca. Y de ser psicólogo.

Luego de saludar a la gente que había venido desde Sonsonate a solidarizarse con la familia de Héctor, ví que en la sala de entrada estaba la niña Blanca.  Ella, mujer menuda, pasando quizá de los cincuenta, proveniente de uno de los lugares más "calientes" en los últimos años en cuanto a la violencia y las pandillas - San José Las Flores, en Tonacatepeque - , agente de la pastoral de Derechos Humanos de su parroquia y antes que nada, una mujer cachimbona.

La saludé. En su cara se veía patente el dolor, dolor por la repentina muerte de Héctor,  dolor por el repentino cierre de Tutela, dolor por la decepción hacia la jerarquía, dolor por otro golpe más que recibe en su camino de entrega a los demás.

[Ser agente de pastoral de Derechos Humanos, como la Niña Blanca o defensor de derechos humanos, como Héctor, es una historia de golpes]

La Niña Blanca me abrazó fuerte. No es lo normal entre nosotros, pero era normal esta vez.  Hablamos de Héctor, y su huella en los años que acompañó a la gente de esa parroquia, de cómo les había ayudado a levantar ese trabajo tan difícil que es volverse un defensor de derechos humanos, un defensor de los jóvenes, en especial. Me habló de cómo Héctor les había ayudado a organizarse, a planificar, a permitirse soñar.

En algún momento me contó la historia de este muchacho que le pedía ahora a ella que les ayudara a conseguir un espacio donde pudieran estar junto a los demás, sin sentirse discriminados, sin sentirse amenazados. Le dije que me llamaba la atención cómo seguramente en algún momento ella había sido como ese muchacho, pidiendo a la gente de Tutela ayuda y cómo ahora, con el trabajo que habían hecho con Héctor era ella quien se volvía la persona en quien los jóvenes se sentían con confianza de contarles, de pedirles ayuda para realizar un sueño.

Le hablé a la niña Blanca de aquel sobador del pueblo, quien había aprendido de su papá - que también fue sobador, igual a su papá -  a que había que ponerse miel en los golpes. Lo más dulce ahí donde más duele. Las palabras, el estar, el acompañar, el quedarse ahí, es miel en el golpe. Le decía a ella cómo había que darnos permiso de sentir para poder seguir adelante, para que no nos cayera una losa encima que no nos dejara sentir, porque la sensibilidad hacia los demás es lo más importante cuando uno quiere defender esos derechos tan fácilmente atropellables.

[El arzobispo cerró Tutela una semana atrás. Como ocurre con quienes se hunden en un pantano o en arenas movedizas, entre más movimientos y entre más tiempo pasa, más se hunde.]

Me decía la niña Blanca  que ojalá esta crisis fuera un momento que hiciera despertar a quienes están dormidos. A quienes se fueron quedando callados. A quienes solo fueron viendo cómo se ha ido sacando la historia de sangre y testimonio de los libros de la historia oficial de la Iglesia católica salvadoreña. A quienes se indignaron calladitos cuando borraron murales y otros testimoniales de los mártires - laicos y religiosos -, cuando prohibieron los cantos de la misa salvadoreña, cuando fueron acabando con las comunidades eclesiales de base, cuando fueron suavizando los contenidos de doctrina social, cuando fueron metiendo más y más aquellas ideas de que el cristiano no se mete en política - excepto cuando sea para meter una agenda ultraconservadora como algo universal - , cuando fueron cambiando el significado de caridad como algo compartido horizontalmente entre los que sufren a algo que se da desde arriba hacia abajo, desde el que tiene (autoridad, poder, pisto, sobras) hacia el que no tiene más que motivos para dar lástima.

Mientras hablaba sobre lo difícil que era recibir golpe tras golpe en ese trabajo que hace voluntariamente, movida por su fe y su sensibilidad, la niña Blanca me dibujó clarito el concepto de resiliencia: vamos a seguir luchando, porque es justo, porque los jóvenes y el resto de la comunidad lo merecen, por Héctor, por el resto de compañeros de Tutela que les han acompañado y creído en ellos, en que pueden organizarse y luchar por hacer de sus comunidades lugares mejores, en que pueden hablar y convencer de algo bueno a las autoridades oficiales y a los pandilleros, en que a pesar de todas las cosas en contra, vale la pena seguir trabajando.

Mientras veía a la familia de Héctor llorar en el cementerio pensaba en como uno se multiplica. Cómo quien se entrega a servir a los demás, a pesar de sus yerros, de sus carencias, se multiplica, se crece, se queda. Héctor sufrió tortura y exilio, volvió al país a seguir trabajando en la defensa de derechos humanos y esa fue la convicción que le hizo seguir adelante. Como todas las personas que dejan huellas, uno se queda preguntando cuántas cosas más se podrían lograr si no hubiera partido. Como todas las personas que dejan huella, uno se da cuenta del enorme espacio que ocupaban aunque no se hicieran notar. Quizá Héctor no notase cuánta falta hacía, pero necesitaba estar de vuelta ahí, haciendo lo que sabía que era importante. Y así dejó huella.

Ver los ojos de la niña Blanca afirmar que detrás del dolor venía la fuerza de seguir adelante, que a pesar de arzobispos, elecciones, treguas, falta de financiamiento, incomprensión, enfermedades, discriminación, cierres, golpes y más golpes, seguirán adelante hasta que alguien más tome su lugar, da esperanza.

En algún momento, ella me dijo que estaba preocupada unos días atrás porque no tenían quien diera unas charlas a los jóvenes, charlas sobre cosas de las que los psicólogos solemos hablar: autoestima, relaciones personales, autocontrol y esas cosas que muchos ven como poco importantes. Me dijo que Dios no la había desamparado: había conseguido un psicólogo que le iba a ayudar a dar esos temas y otros más. Que era importante, que ella y el padre sabían que eso era importante. Terminamos de hablar poco después de eso. Nuevamente nos abrazamos fuerte. Hay que seguir adelante.

Víctor


P.D.:

* Sirva este texto para dejar constancia de mi admiración y respeto por la persona que fue Héctor Rivera, ex trabajador de Tutela, defensor de derechos humanos, quien al momento del cierre abrupto de dicha instancia, se encontraba hospitalizado. Triste su partida, triste que gente como él vayan siendo menos. Triste que este golpe caiga sobre los compañeros de Tutela Legal en esta circunstancia tan jodida. Desde acá mi condolencia a la familia y mi solidaridad con los compañeros de Tutela en su búsqueda de justicia ante una decisión tan oscura y unas acciones tan deleznables.

** Hoy, 10 de octubre, es el día de la psicología en El Salvador, y el de la salud mental en el mundo. Los nosécuantos minutos que me quedé con la Niña Blanca, escuchando y hablando valieron como la más grande felicitación de la vida por haber elegido ser psicólogo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Órbita 32

Aquí inició esta enumeración
Lleno de agradecimiento, inició mi vuelta 32 en este planeta que anda papaloteando por el universo alrededor del sol. He pensado muchas cosas qué decir, qué dejar dicho en estas líneas que vengo dejando desde hace ratos. Ayer, empecé a recorrer velozmente esas 31 órbitas previas, y vi tantas cosas por las que sentirme agradecido, y he querido compartirlas: 
  1. por estar vivo, a pesar de mis enfermedades, mis malas decisiones y mis descuidos
  2. por tener comida en un mundo donde gran parte de las personas se van a dormir sin haber comido algo en el día, 
  3. por no haber perecido víctima de la violencia que se lleva a tanta gente menor de 30 años en este país y en este contienente, 
  4. de haber completado mis estudios universitarios cuando muchos no completan ni los primeros 9 años de educación básicas, 
  5. de tener un trabajo que me gusta cuando muchos se ven obligados a hacer lo que pueden para apenas sobrevivir, 
  6. de tener una familia que me ama y me celebra con pastel y una cena deliciosa cuando algunos no conocen quien es su verdadera familia o se ven arrojados a una falsedad de familia que les cobra con la muerte,
  7. por tener una cama grande y un cuarto cuando mucha gente se arrincona en las calles buscando un lugar donde no se les moje tanto la espalda cuando llueve
  8. por poder bañarme con agua del chorro y tomar agua filtrada cuando siento sed, sabiendo que hay muchos que tienen que recorrer grandes distancias para tener agua con qué bañarse y que se exponen a muchas enfermedades por el agua contaminada que toman
  9. por poder ir construyendo una historia hermosa junto a una gran mujer, cuando muchos y muchas sucumben ante la soledad y optan por apagar su vida rápida o lentamente
  10. por la gente que puedo llamar amigo o amiga, porque han sido motivos para seguir viviendo en medio de tanta locura que uno encuentra en el mundo
  11. por los jóvenes con que he trabajado a lo largo de mi vida, en medio de quienes encontré mi vocación 
  12. por el ejemplo de ética y compromiso de mis papás, que me ha iluminado el camino por donde he de conducirme como profesional y como persona
  13. por la alegría de mi abuelo, que antes de partir me enseñó que lo conveniente es volver a ser en mucho, un niño
  14. por mi abuela, que me demostró que uno se queda acá al morir: entregándose a los demás uno deja un poco de sí en cada uno
  15. por la Maya, mis pericos, la Canela, Nerón, Rufo, Juguete, Capitán, Oso, mis peces, las tortugas y mis otros compañeros de viaje no humanos, que me han alegrado tanto el camino y me han dado algunas de las más grandes lecciones de humanidad en su lenguaje 
  16. por los profesores que marcaron mi camino con su ejemplo a la par que sus conocimientos
  17. por la gente que conocí en aquellas comunidades que visité entre el 2000 y el 2005, que tanto marcaron mi camino y mi vocación
  18. por los compañeros y compañeras de trabajo que tengo y he tenido, que sin darse cuenta me enseñan y me han enseñado tanto sobre mí mismo y sobre lo que puedo y debo hacer
  19. por los sacerdotes y laicos que he conocido en mi andar por este mundo y que hacen que se mantenga viva la llama de la esperanza 
  20. por la gente que conocí en Brasil, compañeros y compañeras de camino y compromiso, hermanos y hermanas sin fronteras
  21. por la gente que estuvo conmigo en EJE y EPRE y que aún sigue estando en mi vida hasta hoy aunque sea virtualmente
  22. por los mártires del caminar, por Nacho, Ellacu, por Rutilio, por Cosme, por Mons. Gerardi, por Jon, por María Julia y por Rufina
  23. por el papa Chico, que ahí me va dando pequeños motivos para la esperanza
  24. por el rock, por el blues, por la trova, por el jazz, por la bossa, por la música clásica, por la novena de Ludwig Van, el Dark Side of The Moon, por la 1812, por la obertura de Die Walkure, por los solos de Jimi y de Stevie Ray Vaughan, por el A Love Supreme, por el Nessun Dorma en voz de Pavarotti, por el Patria Chiquita Mía
  25. por los cantos de la Misa Salvadoreña y de la misa popular nicaragüense, por el vos sos el Dios de los pobres, por el Andando de tu mano, por el Padre Nosso de los mártires, por el "trabajo, templanza" del himno salesiano, por el "vamos todos al banquete, a la mesa de la creación, cada cual con su taburete tiene un puesto y una misión" de Rutilio
  26. por las pupusas, por la semita alta, por la quesadilla de mi abuela, por los tamales de chipilín con queso, por los tamales pisques, por la lonja empanizada, por el puré de papas, por la tortilla tostada, por los frijoles molidos con crema, por la cuajada de terrón, por la leche con vainilla que me hacía Mamá Rosa, por los rellenos de pescado con masa de Rufina, por el agua de aquel nacimiento en Perquín y los mangos en el camino a Los Encuentros, por las hojas de jocote con sal, limón y chile chiltepe,  
  27. por los vientos de octubre, por la lluvia de domingo por la tarde, por la neblina de estas mañanas, por las puestas de sol tras estos cerros, por el sonido de la vida en los manglares, por las cosas vivas que se oyen en el campo, por los miles de tonos de verde que solo se aprecian cuando hay nubes, por el olor a la tierra recién mojada, por el olor del ciprés y del ocote
  28. por la psicología de la liberación, por la teología de la liberación, por los cuadros de Dalí, por los Cuentos de cipotes, por Andanzas y Malandanzas, por Los Estados Sobrenaturales, por Girondo, por Roque, por Whitman, por Saramago, por Hesse, por Merton
  29. por la gente que he conocido en internet y que se me han metido en el corazón y en la vida para volverse parte de ella
  30. por Tambo, que sigue estando ahí, presente
  31. por esas personas esenciales, por esas a las que vuelvo aunque sea tarde, para las que siempre habrá un abrazo, por las que son mi familia por elección: por la Bea que será -primero Dios - mi esposa, por Guidos, Mario, Manolo, Ligia, el Gabo, Daysi, Peña, Saúl, Laura, Gerardo, Hugo, Luis, Uli, Raúl, Silvia, Marielos, Virginia, Curbe, la Vero 
  32. por Vos, Señor y las señales de tu amor, por las que he enumerado y las que no, por el regalo de haber estado en un lugar tan lleno de significado en ese día, por haber vivido tantas cosas en este tiempo que me has permitido. Soy un privilegiado. 

Víctor

martes, 6 de agosto de 2013

Apuntes de viaje (primera parte: JMJ Río 2013)


Un viaje, cuando es viaje, te transforma. No volvés igual. Y cuando es viaje, no es una experiencia lineal, si no un cúmulo de sucesos que se contraponen, que se resumen y se suman entre sí haciéndose algo mucho, mucho más grande.

La gente te suena a un viejo horizonte y/o te abre uno nuevo. Es así. La familia con que crecés te suena a esa familia que viste por la rendija mientras caminabas rumbo a esa pequeña iglesia, pero la familia que te dio el cuarto de su hijo para dormir, o la familia que conociste de tu compañero de cuarto te abre una dimensión distinta.

No es igual pero algo parecido ocurre con lo que no es persona, los lugares, los sabores, los olores nuevos. Vas a por ellos con la sensación del sabueso que va intentando descubrir la impronta de lo conocido asomándose ahí donde no sabe si debía meter las narices. Una comida, una bebida nombrada distinto y se cae el esquema con el que venías, y queda decir a todo si, venga, bienvenido mundo nuevo, destrócenme mis preconceptos. Y así acaba uno por comer una pizza delgada con guineo, un pedazo de queso con una jalea de guayaba o un café en una copa de vino.

No vengo igual. Por ende, fue viaje. No esperen encontrar una relatoría cronológica de cosas. Son sensaciones a la distancia suficiente como para saber que fueron reales y que no son idealizaciones instantáneas de algo que es mucho menos que eso. Son opiniones de alguien que estuvo ahí sin buscarlo, y que se emociona por el caminar antes que por el destino. Voy del final al principio.

JMJ Río 2013

Río fue frío para este hombre acostumbrado a los 30 y pico de grados con que me recibió Comalapa al volver. Las calles de Río se volvían interminables bajo la atmósfera que bien parecería de un Londres trasladado al trópico. Menos de veinte grados y una llovizna delicada, casi sensual en su manera de meterse bajo los poros de la ropa, trasladando esas temperaturas a la mitad de lo que estoy acostumbrado. Trasladarse en grandes grupos, más pendiente de no perder al compañero que de detenerse a ver la gente, los colores, las cosas. Río fue vértigo y masas moviéndose por todas partes saludándose y gritando hurras por estar ahí convocados por el mismo hombre (valga decir que el grito de batalla era "ésta es la juventud del papa").

Río fue ver jóvenes donde sea y preguntarse cuantos de ellos habrán despertado o serían despertados a un panorama más amplio que el de la mayoría, un panorama desde las complicadas fronteras y no desde la segura y acogedora cotidianeidad y tradición. Fue pensar que la masa es masa siempre, sin importar qué les convoca y es que si bien el fondo cambia, la forma es lo saliente, y al ver filas, interminables filas de gente, movidas desde todos los confines de la tierra por algo que es más que quienes organizan eso que huele a una demostración de fuerza, de músculo.

Valga decir, que se mantiene uno consciente: Sos y fuiste parte de esa masa que se ha movido hasta colapsar una ciudad que se mueve con la cadencia del mar que la baña, con el ritmo de su interminable samba y la suave sensualidad de su eterna bossa nova. Pero creés ser parte aparte. Intentás entender, captar, porqué estás en medio de todo eso, como observador participante, distante en medio de aquel tumulto, de aquella masa. Te ha movido las circunstancias de Aquel que lo mueve todo hasta donde estás hoy, en medio de juventudes que caminan cantando, sintiéndose bendecidos por formar parte de algo que es más grande que todos ellos cuando ya eran parte de ese algo que era más grande que todo eso.

Con todo, yo no le terminé de encontrar el gusto al evento. Quizá porque no soy de los que estando en el evento pensaron que está in ser católico, de los que se relamían recordando a aquellos que nos dicen que no es cool ser parte de esta institución social. Eso sí, hay que decirlo, el evento fue algo enorme e histórico, al cuerpo místico no le da por sustituir con peregrinos y peregrinas las arenas de una playa famosa todos los días (Valga decirlo, que el peregrino, en parte, es una imagen paradójicamente cercana a lo que la misma institución critica - la falta de profundidad, de implicación, lo light -, pues es alguien que va de paso).

Lo que yo imaginaba del evento en Río es bastante de lo que fue. ¿Profecía autocumplida? Quizá. Pero vi lo que vi. Una especie de partido en diferido, conociendo ya el resultado. Mucha manifestación de grupos pro-vida, mucha propaganda de los sectores más conservadores, distanciamiento de la oficialidad de manifestaciones de las expresiones más progresistas o populares, cero mención a los mártires (porque asusta un poco a la gente, me dijo alguien en el stand de los jesuitas en la Feria Vocacional al comentarle que esperaba ver en alguna parte la foto de los mártires de la UCA) y mucha emoción, mucha, mucha emoción. Eso sí, el Papa marcó una diferencia en su discurso. Y eso ha sido lluvia en medio del desierto.

¿Es mala la emoción? ¿Es malo vivir la fe que uno profesa, de la manera que uno cree correcta y emocionarse mucho? No tengo una respuesta concluyente. Lo que creo es que hay que trascender de la emoción. En Río vi tantas cosas, y lo que me quedan son preguntas que el tiempo habrá de responder. Vi testimonios de jóvenes diciendo que la peregrinación les había cambiado la vida, que era un milagro estar ahí, etcétera. También ví otros jóvenes que veían con preocupaciónque la peregrinación ocultara la cara que vive la juventud ahí y en otras partes: violencia, migración forzada, exterminio, pobreza, marginación. etc. Jóvenes que buscan en su espiritualidad un acicate para no desmayar en la defensa de los derechos de los más débiles, para iluminar hacia donde quieren que se lleve la patria de la que son el aquí y el ahora. Jóvenes que para mí son emoción y esperanza.


Lástima que no puedo verles a todos algunos aaños más tarde, preguntarles que ha sido de su vida después. Sé que el mensaje del Papa ha sido distinto al de los anteriores y que a algunos ha causado escozor (especialmente lo de "hacer lío"), y lo que de él resuene dependerá mucho de lo que cada quien elija y en qué manera persevere en hacer caso a ese mensaje. Porque, uno sabe por experiencia propia y por los años vividos con otros jóvenes, que el seguimiento es lo complicado. Y es que de la emoción juvenil al compromiso no siempre hay un paso de distancia. Y, si lo sabré yo al primero.

 La verdadera jornada viene ahora, que ya casi todo el mundo dejó Río y volvió a sus casas, a sus parroquias y a sus Diócesis con sus obispos y sacerdotes de los más distintos talantes. El tiempo dictará sentencia y dirá si de verdad nos atrevimos a hacer lío y a ponerle una cara distinta a la Iglesia. Las preguntas están en el aire: ¿Cuanta huella dejó la Jornada? ¿Qué tanto crecimos en nuestra fe y compromiso quienes participamos en ella? ¿Cuántos saldremos a las periferias de nuestro mundo al encuentro del hermano y la hermana más jodido?¿Cuán conscientes somos de que no se trata de si ser católico es cool o no, si no de cómo ese amor por el que debemos caracterizarnos hace la diferencia en un mundo cada vez más indiferente?

Sé que hay algunos que ya van por esas calles llenas de lodo y sangre. Los vi. A ver cuántos se atreven a ensanchar su camino y se atreven a ir por esas calles hacia la periferia y le hacen un lío a un mundo que agoniza.

Víctor

domingo, 26 de mayo de 2013

Hablarles de vos, Tambo

Tambo:

Son nueve años desde que te apuraron a balazos a la casa del Padre y Madre nuestro. Eras un niño.

Yo me empeño en no olvidar tu muerte, en que en un padacito de ese mundo virtual que nos seguirá acompañando esté Ernesto Miguel Ávila Mártir, que se sepa que duele, que me duele la muerte de un joven amigo que quería hacer algo diferente. Quizá con los años se me vaya olvidando cómo recuerde tu cara y solo tenga las fotos, quizá tu voz se me olvide un poco cómo sonaba. Pero queda acá esto para no olvidar no la esencia, queda lo que uno quiere recordar, lo que uno no olvida. Tu animosidad por ir a las comunidades, tu gana de pasarla bien en medio de la gente, tu juventud vuelta semilla y fruto.

El viernes salí tarde de trabajar. Tuve una reunión larga en la que al final me tocó escuchar y aconsejar a un joven con que trabajo. Es otro joven que quiere hacer algo bueno. Tiene esa misma energía tuya, esa misma picardía de bicho llegando a su segunda década de vida. Tiene el mundo por delante y se mueve en esos lugares adonde seguramente estarías trabajando.

Cuando llegué a casa encontré en mi bandeja un correo de tu mamá, recordándome que estamos cerca de otro año más de tu partida a la casa de todos. Imagino que ella leerá estas líneas. Yo no sabía que las encontró alguna vez, creo que vos la llevaste a encontrarse con ellas y que supiera que alguien al otro lado de la ciudad también te recuerda. Hoy quiero que sepa que cuando he hablado con este cipote, he querido hablarle de su hijo; hablarle de vos, Tambo.

El poder más grande que tenemos como cristianos, más allá de la oración, es el testimonio. Nada convence tanto como un gesto correcto en medio de un lugar que cada vez es más confuso. Nada dice tanto de nosotros como cuando juntamos lo que creemos con cómo actuamos. Vos fuiste testimonio, Tambo. Joven como tus compañeros, joven con defectos y virtudes, joven de gestos que no se olvidan. De eso quiero hablarle a este joven, de tu normalidad de joven y de lo natural de esos gestos. Vos sos irrepetible, pero ojalá hablarle de vos anime a este bicho a ser algo como vos en tu testimonio de querer hacer cosas distintas, cosas que cambian, cosas que atestiguan una vida única.

Yo fui testigo de tu paso por el mundo. Por un par de años nomás. Suficientes como para no olvidar. Como para animarse a no olvidar lo que aprendí a tu lado y del lado de la gente subiendo por la calle negra o compartiendo cualquier cosa mientras esperamos que los demás vuelvan de su misión, adonde fuera que les hubiera tocado.

Eso, Tambo. Voy a seguir hablándole de vos a la bichada. Quien quita y se animan.

Víctor

lunes, 6 de mayo de 2013

7 años

Este blog tiene 7 años. Ayer por la noche, pero en el año 2006, escribía mi primer post. Iniciaba con la esperanza de tener un espacio de expresión personal y poco a poco se fue volviendo algo donde revisaba esa realidad de la que me toca hacerme cargo.

Guardé hace ratos algunos de esos posts muy personales, que en algún momento terminé por separar de acá para hacer otro blog; veo cómo ha cambiado mi vida desde aquel momento y cómo mi propia manera de entender la realidad va cambiando. Quizá mi relectura de este período de mi vida, documentada de una manera más accesible que mis primeros escritos de la preadolescencia, me va dando cuenta que lo que cambia son los cómo más que los qué. La realidad sigue estando ahí pero vuelco mi energía en intentar cambiarla desde lo que hago en mi trabajo más de lo que digo desde acá. Hoy tengo esa oportunidad que hace tiempo no tenía.

Hoy soy más consciente del valor de mi palabra frente a esto que ocurre día a día pero también como realidades tan efímeras son parte de un juego más complejo y sucio que hay detrás, que para llegar a ello urge reconstruir otras cosas: la persona, las relaciones, la visión de mundo, el cómo cuidamos nuestro entorno más que las instituciones que reflejan el estado de nuestro fondo.

7 años son un buen período para crecer y ir dejando pistas de cómo es que vamos llegando a donde andamos ahora. Eso es lo rico de esto. A seguirlo haciendo

Víctor